Las más antiguas corrientes teístas y religiosas como el zoroastrismo,
el gnosticismo y el maniqueísmo ubican el origen del mal en el mismo génesis
del mundo, cuando los dos principios: luz y oscuridad se separaron en una
batalla perpetua que se refleja en el microcosmos del hombre. Estas doctrinas
también atribuyen el mal a diversos dioses y entidades negativas que
influencian al hombre para que se rebelen contra el bien. Estas ideas fueron
posteriormente adaptadas en los diversos sistemas religiosos tanto monoteístas
como politeístas. Visto de esta manera, el mal viene primeramente de
causas sobrenaturales y divinas que están más allá de la física terrenal. Tales
conceptos fueron los que dieron origen a las mitologías que antaño poblaron el
mundo.
En la antigua Grecia, se decía que los males de los hombres surgieron
cuando la doncella Pandora, por curiosidad, abrió una caja que contenía todas
las calamidades y que estas se dispersaron a través del mundo.
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